Tierra Nativa | Para Cultivar la Sabiduría del Corazón – Semana 4
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Para Cultivar la Sabiduría del Corazón – Semana 4

DE LA PUREZA Y LA INOCENCIA

 

“Vela por la pureza de tus manos, de tu corazón, de tu lengua, es decir, de tus acciones, de tus pensamientos y de tus palabras. Tus palabras son el intérprete de tus pensamientos; serán puras si tus pensamientos son puros, porque de la abundancia del corazón habla la boca. La bondad, como la malicia de nuestras acciones, viene de nuestra voluntad: de ella proceden la vida y la muerte. Cuida, pues, con todo esmero, la pureza de tu corazón”. –San Inocencio, papa-

 

Lo que es de la esencia, es parte de los fundamentos de la vida; estos fundamentos asociados a la naturaleza del corazón, se manifiestan como principios y valores morales, anímicos; esos mismos fundamentos son garantes de la viabilidad de la existencia, desde los organismos simples, hasta ecosistemas y comunidades complejas. Como seres humanos en el ejercicio de nuestro ‘libre albedrío’, como estrategia de vida, podemos olvidarlos, ignorarlos, alejarnos de ellos, sepultarlos, pero como esencia del ser no se aniquilan; permanecen latentes hasta que despertamos conscientemente a ellos, hasta que decidimos contar con ellos.

Encontrar el camino de regreso al sí mismo, encarnar la realeza, la noble verdad que atesora el corazón, supone tomar decisiones, supone contar con la sabiduría del corazón (co-razón) para corregir (co-regir) el rumbo, no dejar nuestra realización como seres humanos, como humanidad, sólo a merced de la razón.

Una de las consecuencias de esta re-orientación es el regreso a la inocencia, nuestro punto de partida; abrazarse a ella, no solo como estado, sino como modo de ser, de ver y entender el mundo. La mansedumbre de corazón es la vuelta a la inocencia.

 

TRABAJO PARA LA SEMANA 4 (3 MINUTOS):

PARA APROXIMARSE A LO VERDADERO ES NECESARIA LA INOCENCIA
Lo demás son juicios.

 

Durante 1 minuto, o tanto como quieras, observa una foto o imagen tuya cuando eras pequeño/a y con las manos sobre el pecho, sintiendo tu corazón, sonríe con ternura mientras la contemplas; respira naturalmente, consciente de tu respiración, centrando la atención en cómo los pulmones al expandirse de uno y otro lado, abrazan en el corazón esa imagen tuya.

 

Luego, durante 1 minuto o tanto como quieras:
Cierra los ojos y continúa esbozando una sonrisa, como si fuera el corazón el que sonriera; concéntrate en la inocencia natural de ese niño/a e imagina que cabalga en cada latido y entra a los órganos y células, recordándoles la inocencia original.

 

Finalmente, durante 1 minuto o tanto como puedas:
Respira consciente de la respiración y centra la atención en las sensaciones, imágenes y emociones que surgen en ese estado, como si fueran el regalo que aguarda en tu corazón, cuando te permites la nota de la inocencia. Recibe ese regalo y ofrécetelo a ti mismo/a evocando un momento en el que te hayas juzgado con dureza.

Luz Ángela Carvajal
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